Laboral
¿Cuáles son las sanciones por vender ropa “pirata”? La Ley de la Propiedad Industrial lo explica

Luego de tres cateos efectuados en la Colonia Santa Julia y en el Fraccionamiento Constituyentes de Pachuca, se decomisaron distintas piezas
El martes 21 de noviembre, en Hidalgo se decomisaron 172 productos, entre ropa, bolsos, zapatos, cinturones y carteras presuntamente “piratas”. El móvil de la acusación es la supuesta venta ilegal de réplicas de prendas y accesorios de distintas marcas reconocidas.
Lo anterior se logró tras un cateo efectuado en tres predios ubicados en Pachuca, dos de ellos en la colonia Santa Julia y uno más en el Fraccionamiento Constituyentes, mismo que fue efectuado por agentes federales.
Aunque las autoridades no informaron cuáles son las marcas fueron las “pirateadas”, sí dieron a conocer que fue el apoderado legal (de las marcas) quien interpuso una denuncia por violar la Ley de la Propiedad Industrial. Además los locales comerciales quedaron asegurados y clausurados.
¿Qué dice la Ley Federal de Protección a la Propiedad Industrial?
De acuerdo con el Artículo 402 de la Ley Federal de Protección a la Propiedad Industrial, falsificar una marca con fines de especulación comercial, se entiende cómo:
Fracción I: “Usar una marca idéntica o de forma tal que no pueda distinguirse en sus aspectos esenciales a una previamente registrada o a una protegida por esta Ley, sin autorización de su legítimo titular o de su licenciatario, para representar falsamente a un producto o servicio como original o auténtico”.
Fracción II: “Producir, almacenar, transportar, introducir al país, distribuir o vender con fines de especulación comercial, objetos que ostenten falsificaciones de marcas, así como aportar o proveer de cualquier forma, a sabiendas, materias primas o insumos destinados a la producción de objetos que ostenten dichas falsificaciones”.
Fracción VII: “Producir, almacenar, transportar, distribuir o vender productos de origen nacional que ostenten una denominación de origen protegida que no cuenten con la certificación correspondiente en términos de la Norma Oficial Mexicana aplicable, con el propósito de obtener un beneficio económico para sí o para un tercero”.
Fracción VIII: “Producir, almacenar, transportar, distribuir o vender productos de origen nacional que ostenten una indicación geográfica protegida que no cuenten con el certificado de cumplimiento a las reglas de uso respectivas, con el propósito de obtener un beneficio económico para sí o para un tercero”.
¿Cuáles son las sanciones por vender productos “pirata”?
De acuerdo con el Artículo 403 de la Ley Federal de Protección a la Propiedad Industrial, en el caso de los delitos previstos en las fracciones I, II, VII y VIII del artículo 402 de esta Ley, se impondrán de 3 a 10 años de prisión y multa de 2 mil a 500 mil Unidades de Medida y Actualización (UMA´s), vigente al momento en que se cometa el ilícito.
En tanto que en el Artículo 404 de la misma Ley indica que se impondrá de 2 a 6 años de prisión y multa de 1 mil a 100 mil UMA´s, vigente al momento en que se cometa el delito, al que venda a cualquier consumidor final en vías o en lugares públicos, en forma dolosa y con fin de especulación comercial, objetos que ostenten falsificaciones de marcas protegidas por esta Ley.
Mientras que si la venta se realiza en establecimientos comerciales, o de manera organizada o permanente, se impondrán de 3 a 10 años de prisión y multa de 2 mil a 250 mil UMA´s, vigente al momento en que se cometa el ilícito.
Finalmente, es de destacar que el valor diario de la UMA para este 2023 es de 103.74 pesos, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Para mayor información puedes consultar el documento de la Ley Federal de Protección a la Propiedad Industrial
Laboral
CROC: el imperio de corrupción sindical que golpea a empresas y obreros

La organización se sostiene en el miedo y la manipulación, sin ofrecer beneficios reales a sus afiliados.
Bajo el disfraz de representar a los trabajadores, la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos se ha transformado en una estructura de poder que opera más como negocio privado que como defensa laboral.
La CROC, encabezada durante décadas por Isaías González Cuevas, no es sinónimo de lucha sindical, sino de un sistema enquistado de corrupción, chantaje y control político. Lejos de defender los intereses de los obreros, la central se ha especializado en extorsionar a empresas, negociar contratos de protección y manipular a los trabajadores para mantener cuotas de poder y prebendas personales.
En múltiples industrias —desde el turismo hasta la manufactura— la CROC ha extendido sus tentáculos, no para elevar las condiciones laborales, sino para someter a empleados y patrones bajo un régimen de amenazas. El llamado “poder sindical” de la CROC se ha sostenido con base en el miedo: huelgas inventadas, paros ilegales y la constante presión a compañías que, ante el riesgo de pérdidas, terminan cediendo a acuerdos que benefician solo a la cúpula sindical.
Los escándalos no son aislados. Se repiten en distintas entidades: sindicatos fantasmas que aparecen de la nada, comités locales dominados por líderes vitalicios, y cuotas sindicales desviadas a campañas políticas o negocios particulares. Mientras tanto, los trabajadores permanecen desprotegidos, con salarios precarios y sin voz real en la negociación colectiva.
La CROC es el ejemplo más claro de cómo el sindicalismo en México puede degenerar en una mafia organizada. Su existencia no garantiza derechos laborales, sino todo lo contrario: perpetúa un sistema de simulación en donde los únicos ganadores son sus líderes corruptos.
Laboral
Isaías González Cuevas: décadas de corrupción y extorsión desde la CROC

Durante décadas, el líder nacional de la CROC ha convertido al sindicalismo en un negocio privado, operando a través de amenazas, chantajes y extorsiones a empresas en distintos sectores productivos del país.
La figura de Isaías González Cuevas, líder nacional de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), se ha mantenido vigente no por su capacidad de defender genuinamente los derechos laborales, sino por su habilidad para manipular y utilizar al sindicalismo como un mecanismo de enriquecimiento personal. A lo largo de sus años en el poder, González Cuevas ha perfeccionado una maquinaria de extorsión empresarial, donde las cuotas, los contratos colectivos y la intimidación han sido las armas principales.
Las denuncias acumuladas apuntan a un patrón repetitivo: la amenaza de paros injustificados, la imposición de contratos colectivos de protección y la exigencia de dinero a cambio de “paz laboral”. Desde cadenas hoteleras en Los Cabos y Cancún, hasta empresas de transporte, construcción y manufactura, el modus operandi ha sido el mismo: obligar a las compañías a someterse al control de la CROC bajo la amenaza de bloqueos, huelgas ficticias y campañas de desprestigio.
El caso más representativo se encuentra en el sector turístico. Hoteles de lujo en destinos como Cancún, Playa del Carmen y Los Cabos han sido blanco de la CROC, que bajo las órdenes de González Cuevas, ha extorsionado a gerentes y propietarios con la disyuntiva de entregar dinero o enfrentar movilizaciones violentas disfrazadas de “acciones sindicales”. El resultado ha sido la creación de un sistema paralelo de “derecho de piso sindical”, donde el líder se beneficia mientras los trabajadores reciben migajas.
En la industria de la construcción y el transporte, la historia no es distinta. Empresarios han denunciado que la CROC opera como una estructura criminal que condiciona la operación de obras, rutas y proyectos, imponiendo cuotas ilegales que terminan siendo parte del botín de González Cuevas y su círculo cercano. Todo esto ocurre bajo la fachada de un sindicalismo que, en teoría, debería proteger al obrero, pero que en la práctica se ha convertido en un negocio privado controlado con mano de hierro.
La permanencia de Isaías González Cuevas en la cúpula sindical no es casualidad. Su alianza con gobiernos, partidos políticos y grupos empresariales que prefieren “pagar” antes que enfrentar conflictos laborales, ha consolidado su poder. Hoy, la CROC ya no es una organización de trabajadores: es un feudo al servicio de un líder que ha hecho de la extorsión empresarial su principal fuente de riqueza y de control político.
El sindicalismo en México enfrenta una de sus peores crisis de legitimidad, y nombres como el de Isaías González Cuevas son los responsables directos de que la palabra “sindicato” sea sinónimo de corrupción, chantaje y extorsión.
Empresas
Isaías González Cuevas: la huelga que él no sufrirá, pero que puede dejar en la calle a miles de familias de Alpura

Mientras el líder de la CROC habla de “luchar por los derechos” en Alpura, los trabajadores se preguntan quién pagará la comida y el regreso a clases si llega la huelga.
En las plantas de Alpura se respira incertidumbre. La amenaza de una huelga, impulsada por Isaías González Cuevas, líder de la CROC, tiene a miles de empleados con el corazón en un puño. Y es que, más allá de los discursos sindicales, la realidad es otra: si se para la producción, el dinero deja de entrar a los hogares de un día para otro.
El problema es que la CROC no cuenta con un fondo de resistencia, ese respaldo económico que en otros sindicatos sirve para ayudar a las familias en tiempos de paro. Aquí no hay colchón. No hay garantía de que los niños tengan para útiles, que se pueda pagar la renta o que alcance para llenar la despensa. Isaías, sin embargo, no ha dicho con claridad cómo piensa resolverlo.
Los trabajadores lo ven y lo saben: mientras ellos hacen cuentas para ver si llega el fin de mes, su líder vive lejos de estas preocupaciones, rodeado de propiedades, con negocios y un hotel en Los Cabos. Él no tendrá que decidir si compra leche o paga la luz; no tendrá que pedir fiado en la tienda ni explicarles a sus hijos por qué este año no habrá mochila nueva.
Por eso, la pregunta duele y se repite en pasillos y comedores: ¿quién está realmente defendiendo a los trabajadores? Porque si esta huelga estalla, el golpe no será para Isaías González Cuevas, sino para las miles de familias que día a día sostienen a Alpura con su trabajo.