Seguridad
Luis Rubiales y el caso de los hombres que dicen que no han hecho nada malo

Cuando Luis Rubiales, quien hasta el domingo era presidente de la Real Federación Española de Fútbol, se enfrentó a la indignación mundial por besar a Jenni Hermoso, jugadora de la selección española de fútbol que ha ganado la Copa Mundial Femenina, no mostró ni remordimientos ni vergüenza. Tampoco lo hizo cuando Hermoso y sus compañeras anunciaron que nunca volverían a trabajar con él. Ni tampoco cuando la FIFA, la autoridad futbolística global, lo suspendió.
En su lugar, se reafirmó en sus actos, al insistir en que no había hecho nada malo, en que fue recíproco y en que era la víctima de una caza de brujas. Por un momento, ofreció una disculpa a regañadientes, pero se desdijo enseguida. Al final, dimitió.
Hay tantas especies de misóginos como enfermedades infecciosas, pero Rubiales —como Donald Trump, quien hizo una maniobra similar cuando E. Jean Carroll lo acusó de violación— representa una estirpe especialmente insidiosa. No se puede avergonzar a estos hombres por su conducta, ni siquiera cuando se les ponen delante pruebas irrefutables, porque, fundamentalmente, creen que es aceptable. No parecen entender que su víctima es tan humana y compleja como ellos, y que tiene voluntad propia. Por eso les cuesta tanto entender que cualquier cosa que no sea una violación consumada pueda ser realmente una agresión.
“No la estaba violando”, dijo hace poco Woody Allen en dudosa defensa de Rubiales. “Era solo un beso y era una amiga. ¿Qué hay de malo en eso?”.
Como otras innumerables mujeres, puedo decir por experiencia propia que este tipo de agresión es profundamente dañino. La herida no es solo física. Actos como estos les roban a las mujeres la autonomía sobre su propio cuerpo, una experiencia que, aun cuando es breve, resulta desorientadora y desagradable, como descubrí con veintipocos años al sufrir una agresión sexual cuando volvía a casa desde el trabajo en Nueva York.
Iba por la acera junto a un pequeño parque, y un hombre —alto, blanco, con el cabello largo, vestido de manera informal pero pulcra, con vaqueros y camiseta— caminaba en mi dirección. Cuando nos cruzamos, alargó la mano y me agarró ambos pechos, y después siguió andando. Era al final de la tarde, casi al anochecer, y ninguna de las demás personas que había en la calle estaba lo bastante cerca para ver lo que había pasado.
Me quedé atónita, paralizada allí mismo. Por un instante, mi cerebro parecía rechazar lo que acababa de ocurrir, pero la emoción que me invadió después no fue la que cabría esperar. No era miedo o desesperación. Era rabia.
El hombre se había escabullido, y, cuando me di la vuelta, lo vi al final de la manzana. Sentí el impulso visceral de perseguirlo y darle un puñetazo en la cara. Aunque mido 1,70 metros y nunca le he pegado a nadie, en aquel momento, la incandescencia de mi rabia era tal, que, de no haber intervenido mi instinto de supervivencia, probablemente lo habría atacado como un animal salvaje. En lugar de eso, hice acopio del par de facultades que aún me funcionaban y —desorientada y sin saber qué hacer— simplemente me fui a casa.
No denuncié el incidente, y cuando se lo contaba a mis amigos, me refería coloquialmente al agresor como el “agarrapechos”, una forma de envolver la experiencia en una gasa de despreocupación que hacía que no pareciera tan directamente horrible. Lo interpreté como algo menor, incluso como algo que podía tomarse a risa. Me violaron en la universidad, y lo racionalicé para mis adentros diciéndome que la agresión junto al parque fue relativamente trivial, comparada con eso.
Sin embargo, la primera vez que le conté a una amiga lo que había pasado en el parque, me fui a casa y me puse a llorar porque me sentí muy humillada. Al momento después de que sucediera, me sentí deshumanizada, un objeto que mi agresor podía utilizar a su antojo. Imagino que es precisamente así como me veía a mí misma y a cualquier otra persona a la que pudiera haber agredido.
Hay muchos hombres que, tácita o explícitamente, consideran a las mujeres inferiores: menos inteligentes, menos capaces, menos resistentes. Los que se reafirman en sus actos son aún peores. No les reconocen el mérito a las mujeres ni siquiera como versiones inferiores de los hombres; simplemente las ven como cuerpos que existen para su placer y uso. En esto, no son distintos de mis agresores.
Poco después del incidente en el campo de fútbol, Hermoso dijo que no le había gustado el beso. Al día siguiente, dijo que “no se puede dar más vueltas” al beso. Sin embargo, desde entonces ha sido inequívoca: dice que se sintió “víctima de una agresión” y ha presentado una denuncia por la vía penal contra Rubiales.
Me pregunto si la secuencia de sus emociones fue la misma que sentí yo cuando un desconocido me agarró los pechos: conmoción, seguida de rabia, seguida de una valoración racional de que atacar tendría consecuencias peores. Hermoso ha dicho que, al principio, recibió presiones para que defendiera el beso y protegiera a Rubiales. Me pregunto si, en aquel momento, se preguntó si el beso tenía importancia o si intentó convencerse de que no era para tanto. Es evidente que llegó a la conclusión de que sí la tenía, y, a pesar de las fuertes presiones para que le quitara seriedad al asunto, exigió que Rubiales rindiese cuentas.
Los hombres como Rubiales y Trump suelen contar con una caterva de defensores, personas dispuestas a decir que estas cosas no son para tanto. Probablemente, la mayoría de ellos se consideran razonables. Algunos defensores tolerarán conductas aberrantes por aquello que los hombres aparentemente ofrecen: liderazgo, alguna capacidad extraordinaria u otra expresión de poder. Otros defienden estos actos porque ellos, también, creen que el cuerpo de las mujeres es siempre, en un determinado nivel, propiedad de los hombres, en el que se puede ignorar una transgresión, supuestamente menor, del consentimiento. “No la estaba violando. Era solo un beso”.
Los que se reafirman en sus actos nos sirven como prueba de hasta qué punto la sociedad considera que una mujer debe tolerar abusos, en especial los de alguien que está en una posición de relativo poder. Animan a otros a ampliar la esfera de lo aceptable en lo que respecta a tratar mal a las mujeres. Lo hacen con plena confianza en sí mismos, y conforman un privilegio extremo con muy pocas consecuencias. Y así es como se aseguran de que vuelva a pasar.
Internacional
Estados Unidos exige a México garantizar seguridad de periodistas

Andrés Manuel López Obrador difundió el 22 de febrero el número telefónico de una corresponsal del New York Times
El portavoz del departamento de Estado, Matthew Miller, pidió a México que no tome medidas que pongan en riesgo la seguridad de los periodistas y no quiso detallar si ha habido conversaciones diplomáticas tras la polémica con The New York Times.
«No nos gustaría que se tomara ninguna medida que pusiera en peligro la seguridad de ningún individuo o de cualquier periodista», apuntó el portavoz, en referencia a la publicación del número de teléfono de una corresponsal del periódico estadunidense que estaba escribiendo un artículo que podría ser perjudicial para el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Estados Unidos, añadió, apoya «la prensa libre independiente cuando hace su trabajo en todo el mundo, y eso incluye a México».
A la pregunta de si ha habido algún compromiso del gobierno mexicano tras lo sucedido, Miller dijo que no tiene «ninguna conversación diplomática sobre la que informar».
Conferencia de Mathew Miller:
El portavoz recordó las palabras de la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, del pasado viernes quien afirmó que «es importante que la prensa pueda informar libremente de temas que son importantes para el pueblo estadunidense y de una manera en la que se sientan seguros y protegidos, no acosados o atacados».
El pasado jueves, durante una rueda de prensa y frente a las cámaras de televisión, López Obrador exhibió una carta de la corresponsal de The New York Times, Natalie Kitroeff, que incluía su número telefónico y un cuestionario sobre la investigación que estaba llevando a cabo para el artículo.
https://www.milenio.com/internacional/estados-unidos-exige-mexico-garantizar-seguridad-periodistas
El artículo en cuestión, que fue publicado después de los comentarios del Presidente, revela que durante años Estados Unidos tuvo abierta una investigación sobre dinero del narcotráfico que supuestamente recibieron los hijos de López Obrador y algunos de sus aliados para la campaña presidencial de 2018, en la que fue elegido como presidente de México.
Sin embargo, el caso fue cerrado por ausencia de pruebas contundentes.
Política
Xóchitl Gálvez denuncia filtración de datos personales

Gálvez aseveró que esto fue resultado del “pésimo” ejemplo de AMLO, quien el pasado jueves divulgó el contacto de una corresponsal del diario The New York Times
EFE
La candidata presidencial de la oposición, Xóchitl Gálvez, denunció este domingo la filtración de su número telefónico en redes sociales pero aseveró que no lo cambiará pues, pese a que ha recibido mensajes de odio, también le han llegado palabras de cariño.
«Filtraron mi número de teléfono y no han dejado de llegar mensajes. Preocúpense, porque esto ya nadie lo para», afirmó Gálvez en un mensaje publicado en su cuenta de X.
En la publicación, la candidata de los opositores Partidos Acción Nacional (PAN), Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido de la Revolución Democrática (PRD), publicó su número de teléfono “por si aún no lo tienes”, ironizó.
Aseveró que esto fue resultado del “pésimo” ejemplo del presidente, Andrés Manuel López Obrador, quien el pasado jueves divulgó el número telefónico de la corresponsal del diario The New York Times, Natalie Kitroeff, el cual estaba en una carta que la periodista le había enviado para conocer su postura sobre un reportaje que le relacionaba con el narcotráfico.
Refirió que por ello se publicaron “con mala leche” muchos más teléfonos, entre ellos el de Gálvez, aunque puntualizó que ha decidido no cambiarlo. Eso pese a que ha recibido mensajes en los que critican sus kilos de más y sus dientes chuecos.
“No se preocupen, eso se quita. Lo que no se quita es el cariño de los cientos de mensajes de apoyo, ánimo y solidaridad que me han llegado. Y esos ahí se quedan, así que preocúpense, ya que esto ya nadie lo para”, concluyó.
La divulgación del número telefónico de Gálvez ocurre luego de que el sábado se conociera que se filtraron en redes el teléfono de la candidata oficialista, Claudia Sheinbaum, del hijo mayor del presidente López Obrador, José Ramón, además de otros funcionarios del gabinete presidencial y personajes afines al mandatario mexicano.
Además se da en medio de la controversia originada por el mandatario mexicano, quien el jueves exhibió una carta de la corresponsal del diario The New York Times con su teléfono.
En dicha misiva, la periodista le pedía su respuesta sobre una investigación de Estados Unidos, cerrada ahora, de supuestos sobornos del Cártel de Sinaloa y del Cártel de los Zetas que recibió la campaña de López Obrador en 2018 y que involucraba también a sus hijos.
La difusión de la información privada de la periodista desató una investigación del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai), además de un pronunciamiento de The New York Times y críticas de organizaciones como el Comité de Protección a Periodistas (CPJ), que coincidieron en el riesgo que esto representa en México, uno de los países con más asesinatos de comunicadores.
Sin embargo, López Obrador desestimó la investigación del Inai y defendió haber divulgado los datos de la periodista.
Durante el sexenio de López Obrador (2018-2024), al menos 69 periodistas han sido asesinados, según recordó la organización Propuesta Cívica tras la controversia.
Seguridad
México, EU y Canadá colaborarán en materia de seguridad

Los tres países pactaron, además, fortalecer la ciberdefensa y la resiliencia climáticas
Los Ejércitos de México, Estados Unidos y Canadá evaluarán de manera conjunta las amenazas que enfrenta el continente, informó este viernes el Departamento de Defensa de Estados Unidos.
A través de un comunicado, la dependencia de la administración de Joe Biden dijo que el desarrollo de dicha evaluación fue uno de los acuerdos a los que su país llegó con Méxicoy Canadá durante la V reunión ministerial de Defensa de América del Norte (NADM), organizada por el Secretario de Marina de nuestro país, José Rafael Ojeda.
Durante el encuentro que tuvo lugar el jueves en la Ciudad de México, los tres países pactaron, además, fortalecer la ciberdefensa y el apoyo a la asistencia humanitaria trilateral, así como desarrollar una respuesta conjunta a desastres y el fortalecimientode la seguridad y la resiliencia climáticas.
“Establecido en 2012, NADM es el principal foro para definir y promover la seguridad continental con Canadá y México, desarrollar una defensa integrada y en niveles de América del Norte y permitir la colaboración trilateral en cuestiones de seguridad y defensa con dos socios clave en el hemisferio occidental. NADM es una oportunidad para discutir cuestiones de defensa a nivel estratégico e identificar prioridades para la cooperación futura”, destacó el Departamento de Defensa, cuyo titular, Lloyd Austin participó en la reunión de forma virtual.
Agregó que además del titular de Marina, en el encuentro participó el secretario de la Defensa Nacional, General Luis Cresencio Sandoval.
“Los copresidentes de la NADM discutieron la profundización de la cooperación regionalen materia de defensa, el desarrollo de una evaluación de amenazas continentales, el fortalecimiento de la ciberdefensa y el apoyo a la asistencia humanitaria trilateral y la respuesta a desastres y el fortalecimiento de la seguridad y la resiliencia climáticas. El secretario Austin y sus homólogos mexicanos y canadienses reafirmaron la importancia de la relación de defensa de América del Norte, y el secretario Austin acordó albergar la sexta NADM en 2025”, agregó.
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