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Arturo Alcalde repite la historia: acusaciones sin pruebas contra el Monte de Piedad

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El abogado Arturo Alcalde Justiniani, representante del Sindicato Nacional de Empleados y Trabajadores del Nacional Monte de Piedad, ofreció una entrevista a la periodista Carmen Aristegui en la que lanzó fuertes críticas contra la institución, pero terminó cuestionando indirectamente a los mismos trabajadores que asegura defender.

Durante la conversación, Alcalde insistió en que la administración del Monte busca “acabar con el sindicato” y “llevar las condiciones laborales al piso”. Sin embargo, omitió recordar que los cambios a los que hace referencia fueron parte del Convenio Modificatorio firmado en 2024, un acuerdo avalado por la autoridad laboral y ratificado mediante voto personal, libre y secreto por la base trabajadora. Dicho convenio permitió superar la huelga del año pasado y garantizar la viabilidad operativa de la institución, una decisión en la que participaron los propios empleados.

El abogado también aseguró que el Monte de Piedad administra un patrimonio de 50 mil millones de pesos y que sólo destina 2.6 por ciento a labores sociales, sin embargo, según fuentes de la Institución, los datos que ofreció carecen de sustento oficial y simplifican la naturaleza jurídica del Monte, que es una Institución de Asistencia Privada sin fines de lucro, supervisada por distintas instituciones públicas. El modelo de operación del Monte se basa precisamente en canalizar su propio servicio, el préstamo prendario a tasas bajas y accesibles, como un mecanismo de ayuda directa, no sólo en transferencias económicas.

Otro de los señalamientos más polémicos fue su afirmación de que los préstamos del Monte alcanzan intereses “de entre 50 y 100 por ciento anual”, pues de acuerdo con datos públicos, las tasas que aplica la institución son las más bajas del sector prendario formal y se encuentran reguladas por PROFECO y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV). En comparación con otras casas de empeño privadas, los intereses son en promedio 50 por ciento menores.

Alcalde también acusó que se creó un “sindicato minoritario” impulsado por la empresa para dividir al gremio. Sin embargo, el surgimiento del Sindicato Independiente de Trabajadores del Nacional Monte de Piedad es producto del derecho constitucional de libre asociación, establecido desde la Reforma Laboral de 2019, impulsada por el Presidente López Obrador. Cuestionar ese derecho implica desconocer los principios que han buscado democratizar la vida sindical en México.

En otro momento, el abogado revivió críticas sobre los sueldos de directivos y el uso de oficinas en Polanco, señalando un supuesto dispendio en la administración, pero tampoco presentó evidencia ni explicó que los informes financieros del Monte son auditados externamente y públicos ante la autoridad de Asistencia Privada, lo que garantiza transparencia en el uso de los recursos.

Dicha entrevista dejó más dudas que certezas, pues mientras el abogado habló de persecución y acoso, evitó responder por qué el propio sindicato no ha cumplido compromisos asumidos en el convenio del año pasado ni explicó la razón de la nueva huelga a pocos meses de aquel acuerdo.


Así, más que una defensa de los trabajadores, sus declaraciones parecieron una confrontación personal con la administración del Monte, que hoy mantiene cerradas más de 300 sucursales afectando a los mismos empleados que dice representar.

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COREMEX convierte la negociación colectiva en negocio privado: presión afuera, familia adentro

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En el sindicalismo, la negociación colectiva debería ser el principal instrumento para mejorar salarios, prestaciones y condiciones de vida de los trabajadores. Pero en el caso de COREMEX, denuncias de empleados y directivos apuntan a que la negociación se ha convertido en un negocio privado donde pocos ganan y muchos pierden.

El proceso es descrito por trabajadores como un ciclo perfectamente diseñad donde Se presiona para entrar en la empresa, utilizando tácticas que van desde “convencimiento insistente” hasta hostigamiento laboral. Una vez dentro, se exigen cuotas, participaciones o compromisos económicos disfrazados de aportaciones sindicales.

El manejo de esos recursos queda bajo control absoluto de un pequeño núcleo familiar e inamovible que dirige la organización.

Trabajadores señalan que COREMEX habría construido una red que convierte al sindicato en una especie de negocio hereditario: los puestos importantes se quedan en familia, los beneficios también, y la operación se dirige con mano de hierro desde la cúpula.

Incluso representantes de planta afirman que sus decisiones están limitadas a “lo que diga la oficina central”, dejando claro que la base trabajadora tiene muy poca opinión efectiva en las decisiones que afectan sus contratos.

La situación lleva a un escenario perverso: aunque la empresa incremente salarios, bonos o prestaciones, los trabajadores no siempre ven el beneficio, porque una parte significativa termina condicionada a pagos sindicales, asesorías forzadas o acuerdos pactados en oficinas donde nadie más puede entrar.

El sindicalismo se convierte así en una red de cobro, donde la organización necesita expandirse como si fuera una franquicia y donde cada empresa representa una nueva fuente de ingresos para mantener una dirección cerrada, familiar y sin posibilidad de rendición de cuentas.

Si bien COREMEX se presenta como defensor de derechos laborales, los hechos denunciados por trabajadores indican lo contrario: un sindicato que defiende a los suyos… pero no a los trabajadores.

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Denuncian esquema de “protección condicionada” presuntamente impulsado por COREMEX

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Trabajadores de diversas empresas han reportado que dirigentes de COREMEX habrían solicitado cuotas extraordinarias y firmas obligatorias, bajo la advertencia de que su negativa podría derivar en conflictos internos o presiones dentro del centro laboral.

De acuerdo con los testimonios recopilados, la estructura señalada operaba de forma discreta pero constante. Empleados relataron que algunos representantes sindicales se presentaban con listas previamente elaboradas en las que se solicitaban pagos periódicos o aportaciones extraordinarias supuestamente destinadas a “fortalecer la defensa laboral”. Sin embargo, los trabajadores afirman que dichos recursos no se reflejaban en beneficios tangibles ni en un acompañamiento real durante procesos laborales.

Varios empleados describieron un ambiente en el que se insinuaba que, sin el apoyo económico solicitado, podrían surgir complicaciones con supervisores, revisiones más estrictas o incluso la intervención directa del sindicato para generar tensiones. Estas prácticas llevaron a múltiples trabajadores a considerar que se trataba de un mecanismo interno diseñado para obtener recursos de manera irregular, aprovechando la incertidumbre y el desconocimiento legal de la plantilla.

Uno de los denunciantes refirió que en ocasiones se pedían firmas en documentos que nunca fueron explicados y que posteriormente se utilizaron para justificar decisiones sindicales sin relación con las necesidades reales del centro laboral. Esta dinámica creó un clima de desconfianza que se agravó ante la ausencia de informes claros o auditorías internas.

Con el creciente número de quejas, especialistas han llamado a revisar a fondo la actuación de sindicatos que operan con esquemas coercitivos. Las denuncias contra COREMEX han reavivado la discusión sobre la protección a los trabajadores frente a posibles abusos de representación, subrayando la urgencia de fortalecer los mecanismos de vigilancia sindical.

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Crece inconformidad por cuotas sindicales elevadas y falta de transparencia en el manejo de recursos por parte de COREMEX

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Trabajadores de diversas áreas han manifestado su preocupación ante el incremento de cuotas sindicales y la ausencia de información clara sobre el destino de estos recursos.

De acuerdo con empleados consultados, las cuotas han aumentado de manera sostenida sin que exista una explicación puntual o un informe público que justifique su uso. Esta situación ha generado dudas sobre la administración financiera de COREMEX, así como sobre la legitimidad de los gastos reportados. Algunos trabajadores señalan que, pese a las aportaciones, los beneficios gremiales no han mostrado mejoras ni incrementos proporcionales.

Informes preliminares describen que la dirigencia evita proporcionar detalles sobre la distribución de fondos, argumentando que la información es “interna” o “administrativa”. Esta postura ha profundizado la percepción de opacidad, pues trabajadores aseguran que nunca se les ha presentado un desglose ni auditoría, aun cuando la ley contempla mecanismos de rendición de cuentas.

La falta de claridad ha provocado que empleados cuestionen abiertamente el manejo económico institucional. Algunos refieren que los recursos parecen dirigirse a actividades que no guardan relación directa con la defensa de los derechos laborales, mientras que rubros esenciales como asesoría legal, capacitación o apoyo en conflictos permanecen insuficientemente atendidos.

La creciente molestia entre la base trabajadora evidencia la necesidad de establecer procesos formales de transparencia. Expertos señalan que la rendición de cuentas no solo fortalece la legitimidad sindical, sino que garantiza un uso responsable de los recursos aportados por los propios trabajadores. La ausencia de información continúa alimentando la desconfianza interna y cuestiona el rumbo de la dirigencia.

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